Y mientras transitamos por esta vida

Hace unos días veía un video en Instagram donde el Pastor P. Washer mostraba como crece mi percepción tanto de Cristo y su Carácter, como también crece mi visión de mi propio pecado. Esa visión engendra la paradoja “gozo/tristeza”.
(Romanos 6:11-13)
[11] Así también ustedes deberían considerarse muertos al pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús. [12] No permitan que el pecado controle la manera en que viven; no caigan ante los deseos pecaminosos. [13] No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios.
Esa paradoja es excelente porque mientras más brille la luz de Cristo en mi alma, la pecaminosidad será más clara… Por tanto, mi rechazo a mi pecaminosidad y a mi pecado será más intenso.
O sea, la paradoja de la estrecha relación con Cristo, que se gesta por el conocimiento de Dios, no es para meramente ver el pecado y mi pecaminosidad; es, entiendo, para caminar más cerca de Cristo porque al ser más sensible a la voluntad de Dios y a la pecaminosidad (mía o ajena), al mismo tiempo se ha perfeccionado en mi el temor de Dios y mi amor a Él, lo que me hará más y más perfecto y menos y menos infractor de la ley divina.
Si al crecer y el mirar mi pecaminosidad no genera una visión de rechazo, asco, hacia este, y un amor apasionado y fuel hacia Dios y hacia el prójimo, entonces no tiene sentido la paradoja.
El no explicar esto, que pocas veces lo he visto ser explicado, entonces deja confundido al santificado.
Mire la narrativa de Pablo en Fil. 3… y sopese lo dicho:
Filipenses 3:3, 8-9, 12-17, 20-21
[3] Pues los que adoramos por medio del Espíritu de Dios somos los verdaderos circuncisos. Confiamos en lo que Cristo Jesús hizo por nosotros. No depositamos ninguna confianza en esfuerzos humanos
[8] Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo [9] y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe.
[12] No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. [13] No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así [14] avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. [15] Que todos los que son espiritualmente maduros estén de acuerdo en estas cosas. Si ustedes difieren en algún punto, estoy seguro de que Dios se lo hará entender; [16] pero debemos aferrarnos al avance que ya hemos logrado. [17] Amados hermanos, tomen mi vida como modelo y aprendan de los que siguen nuestro ejemplo.
[20] En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador. [21] Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.
Y esa visión de LA GLORIA DE CRISTO, que implica a su vez una visión más nítida del PECADO y de MI PROPIO PECADO; no es un sentimiento o una visión del tipo mística (como pareciera que se modela en la narrativa corriente); por el contrario, es una visión del entendimiento (porque conozco más a Dios, sus mandamientos y las doctrinas, razón por la cual es imperativo escudriñar las Escrituras en el culto, en la vida privada, etc.). Claro está, esa visión o conocimiento, actúa en los afectos (gozo, amor, pasión, tristeza, etc.) en la misma proporción en que crece el conocimiento.
Así es el plan, así es el diseño, y así funciona la vida cristiana. De ahí todo el sentido de la enseñanza, la exhortación, la predicación, las devociones privadas y familiares y la puesta en práctica de la gran comisión. Un plan y un logro perfectos de nuestro gran Dios y Señor.