Tres visiones sobre la existencia y las realidades y sus consecuencias en la práctica

(Por: Juan C. de la Cruz)

PRIMERO

Las visiones paganas antiguas y modernas plantean un universo generalmente evolutivo que es fruto del concierto bélico de los dioses. Algunos relatos refieren algunos montes primitivos y algunos dioses primitivos que de una u otra manera, en batallas entre dioses primitivos (generalmente grotescos y malos) surgieron cuerpos, masas y otros dioses como Cronos y Eras (los monstruos-dioses pre Zeus del universo que intimaron y en intrigas se asesinaron de una u otra manera), y así surgieron otros dioses de diferentes categorías, incluyendo a Gaia y Uranos, etc. La idea es que ni los dioses en sí eran eternos sino con principio y final como en una cadena de sucesión infinita. En fin, los dioses, por ejemplo, de los Egipcios fueron muchos, pero más estables. Fueron dioses encargados de secciones, el dios sol, el dios del Nilo, Path, Re-Atum, Thoth, etc. Algo similar acontece con los dioses mesopotámicos y asirios, y luego con los escandinavos, irlandeses e indios. Los dioses o aparecen, o son el resultado de intrigas entre monstruos ancestrales y/o formas primitivas de divinidades, o fruto de la espontaneidad.

En el mismo sentido de las maneras y orígenes de las divinidades, suele ser la moral y el poder de ellos. No existe ni un dios mitológico perfectísimo en santidad ni absoluto en poder y gloria. Generalmente son creaciones imaginarias conforme a las pasiones y virtudes humanas potenciadas al tamaño extrapolado de su imagen humana o animal. Usualmente “seres” que compiten por el mayor rango.

SEGUNDO

Está la visión bíblica de una Divinidad Eterna (que se fue revelando como pluripersonal) que existe eternamente en la nada espacial, y que en su excelencia y sabiduría eterna eventualmente trajo a la luz la existencia universal de que sabemos (y que ignoramos).

Contrario a cualquier imagen pagana de cualquier divinidad en cualquier período y cultura antigua y moderna, el Dios de la Biblia:

(1) Es infinito y trascendental; (2) es espiritual (inmaterial, pero racional al grado omnisciente); (3) es omnipotente; (4) es soberano y absoluto; (5) es perfectísimo en gloria, santidad y hermosura (una imagen imposible de confirmar por los sentidos humanos); (6) sin rival en su clase (único Dios y de naturaleza espiritualidad única); (7) pluripersona (3 personas en el consejo divino eterno, un concepto trascendental que presenta ciertas complicaciones al entendimiento humano); (8) es el creador de toda la existencia de cosas, sean entidades (seres) y criaturas vivas y racionales, espíritus, formas de vida, materias y sustancias (con y sin forma), energías, objetos, sistemas, astros, planetas, satélites naturales, partículas, ecosistemas, ambientes, formas, siclos, dominios, poderes, fuerzas, leyes, principios, inteligencias, utilidades, rangos, etc.; (9) es el forjador del tiempo y de las eras; (10) y creó a las criaturas racionales con libre voluntad para que estas glorificaran a Dios tanto en sus utilidades y acciones, como en sus expresiones, pensamientos y creaciones; (11) el Dios de la Biblia es también juez y árbitro de su creación; (12) y es al mismo tiempo sustentador y provisor de su creación en todo sentido posible; (13) es por tanto y así mismo el redentor de su universo y sus criaturas morales (y el sentenciador de éstas), en tanto éstas en sus libertades se desvíen de sus propósitos; (14) y en sus propósitos eternos se ha revelado a sus criaturas racionales, no sólo en sus actos y obras, sino hablándoles y por escrito, además de haberse mostrado en carne y forma humana en la persona del Redentor, cuyo nombre es Jesucristo, descendiente de Adán, Abraham y David en la carne.

Al Dios bíblico, en sus perfecciones, le caracterizan el amor (y por tanto la bondad, la misericordia y la compasión), la justicia y la verdad; y en tal sentido es un Dios de gracia, aparte de sustentador, siendo la gracia “don inmerecido” generalmente acuñado a la redención y al Redentor.

TERCERO

Está la visión materialista ateísta de una existencia (con o sin origen) que no tuvo ni causalidad (causal) ni propósito, sino que es el fruto del concierto azaroso de la nada (o algo) y el tiempo sin razones.

CONCLUSIÓN

La visión del paganismo politeísta es grotesca y cruel y motiva a las intrigas y las pasiones bajas.

La visión materialista-ateísta demanda de una razón pervertida para ser tan siquiera acariciada.

La visión bíblica no solo es lógica y sobrepasa la lógica, sino que es exaltada y necesaria. Levanta pasiones excelsas, imprime esperanza, refieren causa, propósito y finalidad. Mueve a la piedad, al amor y a las acciones de gracia. Motiva las relaciones interpersonales piadosas, afables, amorosas, compasivas y agradables. Impulsa hacia la moral. Imprime una esperanza bendita y bienaventurada, tanto como le da sustancia tanto a la fe como a la razón.

¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

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