Firmes y adelante huestes de la fe

  “Huye el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo está confiado como un león”. (Prov. 28.1) ¡Así de simple! Nuestra esperanza es de tal calidad y trascendencia que nos sostiene firmes, no en la hojarasca y el lodo del que estamos hechos -por el diseño y la voluntad de nuestro Señor Jesucristo-, sino que “sobre la Roca que es Cristo”.

Por eso, amén de las muchas luchas, pruebas, tribulaciones, angustias, injusticias, burlas y sufrimientos constantes en esta vida, gracias al gozo, la paz, el amor de Cristo, la esperanza, la preciosa fe, la sabiduría y la fortaleza que el Espíritu de gracia nos ha dado (no ignore esto), entonces estamos no solo enhiesta, sino que firmes.

De ahí la gloriosa lírica del motivador himno, que en su estribillo resuena:

     Firmes y adelante

     Hustes de la fe,

    Sin temor alguno,

    Que Jesús nos ve.

Y replica la misma lírica:

    Jefe soberano

    Cristo al frente va,

    Y la regia enseña,

    Tremolando está.

Incluso, en una de las estrofas profesa:

    Tronos y coronas

    Pueden perecer,

    De Jesús la iglesia

    Siempre habrá de ser.

Y así siguen las gloriosas letras evocando la victoria venidera en la avanzada actual del agraciado pueblo de Dios. Recuerdo que dice el mismo himno:

    Óigalo el averno

    Lleno de pavor…

Así entonces, oh justos, alégrense en el Señor (Salmo). Y sigamos:

    Firmes y adelante

     Huestes de la fe,

    Sin temor alguno,

    Que Jesús nos ve.

¡Qué huyan ellos, los impíos sin que nadie lo persiga; que se acobarden ellos; pero nosotros, los justos en YeHoVaH, avancemos firmes y confiados cual el león, a la orden y en la compañía de nuestro Capitán de mil batallas llamado “El Señor de las huestes celestiales”, quien nunca ha perdido una.

Y sí, soy triunfalista, jamás derrotista. No solo por lo que veo como una constante en la narrativa de la bendita Palabra de Dios (que nos garantiza la victoria); sino por lo que discierno de mis hermanos cuando los he acompañado en el lecho del dolor. Perdonadme en mi adrenalina y euforia triunfalista, pero es que no puedo ver derrota, amén de las pruebas y el dolor. Veo más los gritos de victoria que se relatan en Hebreos 11 y en “Los mártires” (de John Fox), o en “El esoejo (o reflejo) de los mártires” (de Thieleman J. van Braght). Perdónenme este mal de tener una cosmovisión tan triunfalista. Pero es que el viernes pasado (23 de agosto, 2024) cuando visité a Amelia viuda de González en un hospital de reclusión para ancianos en Mismi, todo lo que oí fueron palabras de agradecimientos a Su Señor (y nuestro).

Miento si no escuché a aquella anciana de 90 años, que sufre de hosteoporósis hace unas dos décadas, y que está confinada sin sólo a la cama en la que está recluida, solo decir “Dios es bueno” y “acciones de gracias” unas 20 veces en 20 minutos que estuve con ella. Y los casos de alaridos victoriosos en el mismo lecho de muerte de los justos (como el caso de mi madre, lo recuerdo muy bien… yo estaba triste, ella motivada y esperanzada, y moría de dolor y defunción renal, con el torrente sanguíneo inservible.. hasta cantando en el lecho del dolor)… recuerdo el caso de Julie Gaunt que o estaba loca o veía ángeles a su alrededor en el lecho de muerte… no terminaría de contaros experiencias concretas.

Pero, de nuevo, mi triunfalismo sale de las mismas páginas de las escrituras. Sí, es cierto que el malvado Swinglio tuvo que mandar a cortar la lengua del justo Félix Manz, porque no quería oírlo cantar las alabanzas al Señor mientras se quemaba amarrado en la estaca en aquel suplicio suizo. Pero, la ley y el testimonio reza así:

     “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, vuestra fe”.

¿Cómo lo interpreto sino con un aire triunfalista en la fe? Entonces:

     “Que huya el impío sin que nadie lo persiga; Mas el justo siga confiado como un león”. (Prov. 28.1)

¡Aleluya!

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.

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