EL QUEHACER CRISTIANO COTIDIANO

Juan C. de la Cruz

“Orad sin cesar”. 

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 

No apaguéis al Espíritu.

No menospreciéis las profecías.

Examinadlo todo; retened lo bueno.

“Absteneos de toda especie de mal”. (1 Tesalonicenses 5:17-22)

Ese texto no necesita comentario de ningún tipo. Es muy holístico, de sentencias muy breves y claras, sin ningún tipo de adorno ni ampliación.

La estructura del texto está dada en el formato en que Dios reveló los 10 mandamientos. Hay tres sentencias positivas y dos negativas.

I. Tres sentencias positivas:

1. Orad sin cesar. Un mandato o a la oración devocional (no pública), sino a la oración como estilo de vida. La idea es que oremos en todo tiempo, momento, circunstancia, etc. Al conducir, al intimidar, al estudiar, al trabajar, al estar en un examen, al comunicar, etc.

La razón de fondo tiene que ver con ambos el valor y la necesidad de orar.  La oración es la comunicación de la fe, la confianza y la esperanza en Dios. Al orar estamos admitiendo nuestras incapacidades e impotencia, nos estamos humillando de corazón ante Dios y estamos potenciando por increíble que parezca dirigiendo las acciones de Dios, o sea, moviendo a Dios a obrar. Este resume ambos, el valor y la necesidad de orar. La oración es a su vez la forma más simple y básica de adorar. Es además placentero. Observe como lo dijo el Salmista:

“Voluntariamente sacrificaré a ti; Alabaré (א֤וֹדֶה ʾôʹ·ḏěh) tu nombre (שִּׁמְ šim), oh Jehová (יְהוָ֣ה yhwh), porque es bueno (placentero; agradable)”.

Es bueno, agradable y placentero orar a Dios, sacrificar alabanzas al Señor.

Y sobre la confianza y el poder de Dios activado en la oración, el rey Josafat (2 Crónicas 20.5-7) se expresó así:

 “[5] Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; [6] y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? [7] Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?”

Y oró así cuando “acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: ‘Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi'”. (v. 2)

Lo que resulta increíble es que Dios nos haya otorgado este nivel de participación en la agenda y los planes suyos. Es casi como si Dios nos estuviera dando un control remoto para activar sus acciones. ¡Increíble!

Pero es más increíble el hecho de que habiéndosenos otorgado tal poder a los hijos de Dios, engavetemos el control. No es comprensible ni lógico que desactivemos tanta autoridad otorgada. O sea, hermano en Cristo, canse a Dios recordándole Sus promesas y orando conforme a Su Palabra, en Su voluntad, día y noche.

2. Dad gracia en todo. ¿Por qué? Por las mismas que debemos orar sin cesar. A saber, es placentero, bueno y agradable ante Dios.

Dar gracias es una temática de la oración. La idea es que, en todo tiempo, circunstancia, ocasión, aunque estemos atravesando un valle oscuro y bordeando el límite de la muerte y del dolor, cuando (cual oró Habacuc, cap. 3) ni siquiera que comer haya en la despensa, la mesa y a la mano… oremos y alabemos dando gracias. O sea, así como debo estar activo en la oración (por lo que es) las 24/7; con igual ahínco y frecuencia debo dar gracias a Dios por todo y en todo. Al pedir cualquier cosa, demos gracias a Dios creyendo que la recibiremos, pues una oración que carece de esa fe es tan vana cual toda oración no acompañada con la debida acción de gracias. Al son del Salmista resolvamos:

     “Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. [5] Porque [note la gran y universal razón] Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”. (Salmo 100.4, 5)

3. Examinadlo todo; retened lo bueno. Es decir, consideremos todas las realidades y ciencias, pero desechando todo lo malo, injusto, impío y pecaminoso, sea en razones, sentencias, actos y pensamientos.

Para ilustrar esto les contaré una escena de cosas que debo escudriñar y otras que desechar. Estando en mi peluquero hace dos días me comentó como un tal Bad Bunny es el “artista” más famoso del momento a nivel global y en cualquier idioma. Me contaba el grado de perversión, erotismo vulgar y asqueante, así como sus acciones gráficas, etc., por lo cual casi todo jovencito(a) del globo terráqueo lo escucha.

Le conté al peluquero que tengo reporte de que muchas de las adolescentes que visitan la iglesia, es lo que escuchan. Él me dijo que hay un porcentaje muy reducido de jovencitos occidentales que se resisten a escuchar al “cantante” pop en cuestión. 

Me recomendó que para ayudar a esos jovencitos(as) que visitan la iglesia y que sus padres nos han pedido ayuda, yo debería escuchar el repertorio de Bad Bunny, Tokisha, etc. Le respondí: o sea, ¿que para yo aconsejar a personas con adicción a las drogas y la pornografía yo debería drogarme y ver pornografía? Fin del discurso.

O sea, escudriñarlo o investigarlo todo no quiere decir que tú debes probar todo; quiere decir que yo debo saber de todo. ¿Debe alguien acaso escuchar las vulgaridades de Tokisha para saber cómo aconsejar contra las obscenidades y las perversiones sexuales y de los vicios? Eso creían los estoicos. Pero un piadoso no debe ni pronunciar ni prestar oídos a palabras necias, obscenidades, vulgaridades, etc.

Por el contrario, “es virtud que debemos añadir a nuestra fe”, y a estas cosas debemos añadir autocontrol o dominio propio y afectos sagrados, tanto como amor verdadero o sacrificial. 

(Ver 2 Pe. 1)

II. Hay una de las sentencias positiva que implica una negación:

4. Absténganse de toda especie de mal.

La sentencia es muy incisiva y dogmática, pero igual de simple y clara. Es positiva, pero demandando una acción negativa, definida por el verbo “absténganse”. O sea, rechacen todo tipo de mal. En otras palabras, “participen en toda especie de bien”.

III. Dos sentencias positivas

1. No apaguéis al Espíritu.

¿No apaguen al Espíritu? ¿Cómo así? Precisamente eso. Y alguien dirá, especialmente los de líneas teológicas que no comprenden bien el alcance y las limitantes de la doctrina de la Soberanía de Dios, según Dios se ha comunicado.

En la soberanía divina se encuentra involucrado ese asunto del poder otorgado por Dios a sus hijos como describimos en la cuestión de la oración. Tiene mucho de misterio, pero el Señor a menudo y constantemente obra al son de nuestras oraciones, y una cosa no cancela la otra. En Su soberanía absoluta el Dios que no admite consejo alguno de nadie hace sincronizar los ruegos del piadoso con su santa y agradable voluntad. Por increíble que nos pueda parecer en este amalgamado misterio, los Salmos son oraciones de hombres comunes pero piadosos que el Señor provocó en su gracia que sean “Su santa y veraz revelación”. ¿Lo entiendo? ¡No! Pero lo creo. 

Como se diferencian los ministerios pastoral y profético en cuanto al sentido del flujo de las sentencias, aunque ambos son instrumentos de mediación comunicacional entre Dios y los hombres; igual sucede entre los salmos y escritos de sabiduría y los escritos proféticos como tales. Las profecías y la ley son Dios hablando al profeta para que esa palabra sea entregada al hombre; los salmos son los hombres hablando a Dios en sus ruegos, frustraciones, goces, victorias, etc., en oraciones, alabanzas y acciones de gracias. Pero, un momento, ambos escritos tienen el mismo inspirador (el Espíritu Santo) y la misma calidad profética “La revelación divina”. 

Esas cosas son difíciles de comprender en nuestro esquema lógico común; pero son fáciles de aceptar por la fe.

En fin, de lo que estamos hablando es de que “no debemos (pero podemos) apagar el Espíritu. Note que no dice “expulsar el Espíritu”, pero “apagar”. En otro lugar se usa el término “contristar”; en otro lado se utiliza el término “llenarse”, contrario a estar “no llenos” del Espíritu.

¿Y quién podría jamás pensar que una persona puede resistir, entristecer, apagar y hacer afrenta al Espíritu de Dios? Pero sería lo mismo que preguntarnos: ¿Y quién podría llenarse de Este?

Lo cierto es que, en el universo de las operaciones de un Exaltado y Absoluto Dios Soberano, Él mismo ha dispuesto utilidad, mecanismos, posibilidades, acciones y participaciones de sus criaturas en aras de darle término a sus obras.

¿Sabía usted que, aunque Dios podría hacer un milagro de articular por sí mismo y por el Espíritu Su Palabra, increíblemente Él usa instrumentos con cuerpos y cuerdas vocales, cajas sonoras y demás para articular Su Palabra? De ahí los mediadores usados, ángeles, demonios, profetas, y una vez una mula de carga, etc.  

La sabiduría divina es muy amplia. Su poder es infinito, y en asuntos utilitarios, Dios mismo se ha puesto limitantes. No porque no pueda, sino por Sus propósitos. Increíblemente el que hizo los pies, no camina con sus propios pies en la persona del Espíritu.

El Espíritu se apaga precisamente al hacer lo contrario establecido en nuestro texto. O sea, al rehusar orar sin cesar, al restringir las gracias, al obrar mal, al retener lo malo, al menospreciar la profecía. etc. Es sencilla la ecuación.

 2. No menospreciéis las profecías. Esta oración literalmente significa: “No tengas al menos o en descuido la Palabra de Dios”; no necesaria ni directamente al leerla (cosa casi imposible en los días antiguos), pero “al ser anunciada por un predicador”. Esta sentencia establece y exhorta o manda a “hacer caso a la predicación”, literal.

Un predicador (sea apóstol o profeta -cuando hubo-, sea maestro y/o pastor) ha recibido el don de amonestar, exhortar, comunicar y hablar la Palabra profética más segura al pueblo. Y ese don es uno de los más exaltados dones del Espíritu (de los mejores) -ver 1 Co 11-14. Increíblemente, aunque el Espíritu mora en todos los creyentes, no a todos les dio los mismos dones; a unos fe, a otros servir, auto exhortar, e incluso a otros administrar, etc. Úsense según la medida de fe, es decir, cada don en su utilidad.

¿Por qué el mandato a no menospreciar la profecía, o sea, a no tener al menos la predicación? Porque este mal que apaga el Espíritu ha sido, es y será muy frecuente en los santos. Es una pena que así haya sido y sea, pero el mismo pueblo de Dios les dio muerte a todos los profetas, mataron a Juan, maltrataron a los apóstoles y asesinaron al Mesías Príncipe. Pablo tuvo hasta que alentar a Timoteo al coraje en Éfeso porque lo menospreciaron como predicador, precisamente porque eso es muy común. Todo pastor ha recibido bufonadas y reveses de hermanos hasta de su propio rebaño (hasta gente que todo lo que sabe de Dios les vino por ese siervo del Altísimo) que lo refutan, y a veces con todo tipo impensable de irreverencia.

Ese tipo de persona, por lo general aprendices que nunca terminan de aprender, y otros que tienen episodios de infantilismo extremo, etc., son muy cambiantes y débiles en su entendimiento.

CONCLUSIÓN 

Así como el decálogo, este Texto es exaltadísimo respecto a establecer los deberes elementales en la cotidianidad cristiana. Estas sentencias tienen el propósito de ayudarnos a estar siempre llenos del Espíritu y siempre en la voluntad de Dios en todo.

Hermano(a): Ore las 24/7. Dele gracias a Dios en todo y por todo, como Ud. está ahora difícilmente escape a la voluntad de Dios. No tenga al menos la predicación bíblica. Sí, sea escudriñador de todo; pero solo retenga lo bueno y haga siempre solo el bien a todos. No apague al Espíritu Santo. ¡Amén!

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.

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