Jehová es el Señor que ya vino y volverá

Isaías 40:1-11

Por: Juan C. de la Cruz (reflexiones matutinas)

Anuncio de la Salvación del pueblo de Dios

Primero vendría el vocero (profeta/apóstol/heraldo/predicador): Elías (es decir Juan)

El anuncio de salvación a Sion o Jerusalén o Israel (nombres para el pueblo de Dios, no étnico sino espiritual -sin duda alguna. Ver Juan 1).

Previo al Salvador, (el Señor/Jehová/Jesús) vendría su vocero que prepararía el camino del Señor. (Conf. Juan 1).

Ambos, el vocero (Elías/Juan/un profeta) y Jehová (Cristo/el Señor/Jesús), ya vinieron hace poco más de 2000 años.

Luego del vocero, vendría Jehová.

[5] Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.

Hermanos, esta profecía no está por cumplirse, se cumplió.

Vendría Jehová con Su salvación a Su pueblo y le procedería Su vocero que prepararía el camino.

Juan le envió a preguntar a Jesús: “Eres Tú el que habría de venir, o debemos esperar a otro?”.

Y el Señor le respondió con las palabras de Isaías 35: 

Que vinieron el vocero y el Mesías que salvaría a su pueblo de sus pecados (como cantaron María y Zacarías) no hay duda ninguna.

No ver al Señor que ya vino y por tanto la salvación de Israel su pueblo como un hecho pasado, aunque en progreso la cuestión de la saovación, es sin duda incurrir en una práctica exegética peligrosa y torcida.

Elías ya vino y Shiló (el profeta como Moisés) también. Sin dos testigos o testimonios imposibles de refutar. “Si uds. quieren recibirlo”, dijo Cristo al ser preguntado, “Juan es aquel Elías… Y les aseguro que él fue más que un profeta. Entre los nacidos de mujer no se ha levantado nunca nadie tan grande como Juan el Bautista…”

Lo que Elías debía predicar en voz alta.

[6] Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. [7] La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. [8] Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

[9] Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!

La predicación profética debía tener ese distintivo. Es decir, que la Palabra de la Promesa no debe ser juzgada por la cuestión de la brevedad humana. Es decir, el hecho de que los humanos mueren y vienen y van generaciones sin que aparentemente la Palabra profética no se cumpla en esta o aquello generación; no hay que estar preocupados. Lo cierto es que la Palabra de Jehová y sus promesas, se cumplirán; nunca se verán afectadas, ni en una coma, por la brevedad humana y ni siquiera la brevedad y muerte de los profetas del Señor.

Elías anunció esta Salvación tan grande y al Mesías que vendría a seguidas de Su vocero. Y eso sucedió casi 800 años después. Lo notorio es la firmeza de la Palabra que sale de la boca de Dios, con sus promesas.

Algunas cosas por completar.

Cómo es común en la narrativa profético-mesiánica, no se separan las manifestaciones del Cristo. Eso es así en el discurso de Pedro en Hechos 2, cuando cita a Joel 2. Pedro dice que esa profecía de Joel 2 se cumplió. Pero obviamente no hemos visto el juicio retributivo divino, ni los elementos ardiendo siendo quemado y deshechos, ni la tierra enrollarse como un pergamino. De hecho, el mismo Pedro explicaría eso después (1 y 2 Pedro) con muchos detelles, enraizado en que Cristo ya había venido y regresado al cielo, pero que volvería a consumar la profecía y la promesa. 

Ahora, de la boca del Señor y de sus apóstoles, sabemos que Jehová se manifestó y trajo salvación a Israel; pero que regresaría con brazo fuerte y con cetro de hierro tanto a juzgar a las naciones (ver Mateo 24 y 25), como a dar galardón a sus santos.

Juan el Bautista o tuvo cierta ignorancia (como fue común a los profetas antiguos, aunque quisieron conocer los detalles de las maravillas que les eran anunciadas), o quería que sus discípulos salieran de cualquier duda. Pero si Jesús era el Mesías, como lo había confirmado y afirmado Juan “Yo doy testimonio de que este es el Hijo de Dios”… de hecho, el que bautiza con el Espíritu Santo y fuego… el que limpiaría la era y metería las hojas y los árboles improductivos el fuego eterno. Lo que me parece es que Juan no comprendió del todo porque aunque le fue confirmado desde el cielo y con señal visible que Jesús era el Hijo de Dios; por otea parte notaba retrasos en la limpieza de la era y que el hacha cortase los árboles estériles.

El Mesías ya vino. Elías también. Dos testigos que fueron asesinados y exhibidos en la ciudad. Pero cuyas palabras hacían llover fuego del cielo. Dos profetas, uno como Moisés y otro como Elías. Pero ciertamente más que profetas. Y fueron arrebatados al cielo. Sí, resucitados y arrebatados por su Dios. Pues “el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan”; pero Cristo no sólo es el más grande jamás entre los hombres, es el Hijo eterno y el Rey de reyes, a quien se le ha otorgado todo juicio y potestad.

Hnos., solo falta ese día que esperamos. Tendremos un pastor que nos pastoreará así como ministra a las almas que están debajo del altar del cielo.

Y Él nos pastoreará, no por años silamente, por siglos mil. Claro, no sin que antes todos comparezcamos ante Su Tribunal para dar cuenta de todas nuestras obras, buenas y malas; todos desde adán, grandes y pequeños, redimidos y reprobados, todos.

Se erigirá, a su retorno, un Fran Trono Blanco, y otros tronos (incluyendo los tronos de los doce apóstoles quienes juzgarán a los hijos de Jacob, tribu por tribu), y más tronos [porque al que venciere esta prueba y este fideicomiso, “Yo”, dijo el Cordero, le daré que se siente conmigo en mi trono; así como Yo he vencido y me he sentado con Mi Padre””.

Hermanos, ¡qué trozo de promesa!

Algunas inferencias y conclusiones pertinentes

¿Habrá entonces un milenio concreto? Casi sin temor a equivocarme puedo decir que sí. Pero que sea de absoluta paz, no estoy seguro. Creo que será un período distinto a esta era, con Cristo como Rey y Señor (en un sentido concreto y distinto a como ha sido hasta hoy y distinto -en parte- a como será en la Nueva Jerusalén); en el cual comparecerá -literalmente- toda persona desde Adam hasta el último nacido hasta la segunda venida. Y no sin tronos aquí y allí extendidos del trono de Dios ocupado por cencedores.

Y finalmente habrá unos que irán al castigo eterno, y otros a la gloria eterna.

Cristo era, vino humanado (en humanidad velado, habiendo tomada tabernáculo), volverá en Su Reino. Y Cristo será el pastor eterno de sus redimidos.

¡Aleluya!

¡Amén!

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.

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