¿Existen hombres de buena voluntad en la tierra?

Por: Juan C. de la Cruz

Claro, ese texto no habla de hombres de buena voluntad, sino que el canto de los ángeles anuncia, como resultado de la alabanza a Dios: “La paz y la felicidad de Dios a la humanidad”.

El texto dice textualmente:

Lo que literalmente se traduce:

¡Gloria en las alturas [a] Dios, y en la tierra paz, en(tre) los hombres satisfacción (o buena voluntad, o felicidad, o alegría, ¡o regocijo)!

La mejor traducción posible:

Pero… ¡interesante! 

Ayer escuché a un predicador muy respetable decir que no existe ningún hombre de “buena voluntad”. Precisamente refutando las propuestas mundanas que tergiversan tal expresión diciendo “paz en la tierra para con los hombres de buena voluntad”.

Pero, sin que existan tergiversaciones en el texto de Lucas 2.14, ¿Será cierta la afirmación de que no existe ningún hombre de buena voluntad, como afirmara el predicador (con un rotundo imposible inclusivo)?

Yo creo que una declaración así es precisamente el resultado de entender poco que en la regeneración “el malo es hecho bueno”, como “el que no ama es facultado y transformado para amar”, y de la misma manera “el que andaba a oscuras ahora ve y porta la luz”… de hecho, el que estaba muerto (en sus pecados), ahora vive (en Cristo). De ahí que a partir de la regeneración Dios se declare “Dios nuestro”. ¿Por qué? Porque “juntamente con Él nos resucitó”, “dándonos vida y está en abundancia.” O sea, “Dios no es Dios de muertos (de impíos y pecadores sin justificación); pero sí es Dios de vivos (es decir, de regenerados)”. 

Y no encuentro lugar en la narrativa bíblica que niegue que el regenerado haya sido hecho bueno y justo. Cuando la Escritura dice que “no hay justo ni aun uno”, excluye a “los justificados y justos”. Y cuando dice: “No hay ni uno bueno”, se refiere a “bueno en sí mismo”. Pero, por cuanto Dios es bueno y santo, tales son aquellos en quienes Él habita; aquellos a quienes Él ha atraído a Si mismo.

No juzgo al famoso predicador por hablar así. Pero si juzgo su poco entendimiento de la narrativa bíblica en ese particular.

¿Por qué el predicador—principalmente de teología reformada—se rehúsa a ver hombres buenos y malos, justos e injustos, en tinieblas y en luz, en esta vida, aquí y ahora, entre nosotros; como definitivamente sí los ve Dios y los ven igual otros santos? Creo que el problemita es de comprensión de la “regeneración”. 

El problema no está en la doctrina, sino en la lamentable aplicación de esta. Lo que he copiado, especialmente en el discurso de corte reformado, es que, desgraciadamente, “la depravación total humana” se extrapola en iguales condiciones al impío como al “regenerado. Eso es de lamentar.

Sí, todo hombre es pecador. Pero impresionantemente, entre los pecadores, según las Escrituras, hay hombres justos e injustos, muertos y vivos, en tinieblas y en luz (o sea, o lo uno o lo otro) de hechos santos (piadosos) e impíos.

Cuando Cristo llega al corazón, y hace de nosotros un pueblo y templo santo (en comuna e individuales), lo viejo pasó y llegó lo nuevo. Si muriéramos en cualquier instante, iríamos sin “purgatorio” a la presencia de Cristo. O sea: “Ya Uds. están limpios”… son ya “pueblo santo, comprados o redimidos por Su sangre”… lavados, librados, justificados, hechos y llamados a ser santos, habitación de Dios. No puedes ser bíblico y negar esta nueva vida y realidad en Cristo.

En otras palabras, tu total depravación (natural) fue asesinada y enterrada en “la regeneración”. De ahí que: “De modo que, si alguno está en Cristo, es una nueva creación”… de hecho: “Las cosas viejas ya pasaron; he aquí, todas han sido hechas nuevas”.

Pero ese es el fatal efecto de las ideas cuando la idea es fatal.

Así que… de ahora en más, no deje que nadie le cause molestia y siga portando en su cuerpo, su templo santo al Espíritu, las marcas del Señor Jesús. Siga amando a Dios sobre todo y a los hombres en su apropiada relación—amor santo. No se deje persuadir de quienes ven poca diferencia entre usted y un impío. Eso nunca obrará la justicia de Dios.

Esos axiomas arraigados en la antropología humanista y en las filosofías sutiles y huecas no son los que tú y yo debemos seguir.

Sí, estamos sujetos a pecar. Pero también capacitados para el amor y la obediencia, para ser un pueblo santo, celoso de buenas obras. Que nadie tenga ni una cosa que decir de nosotros que socave la piedad y el amor. 

Los redimidos y regenerados por Cristo fuimos capacitados para vencer toda tentación y pecado. Y ya fuimos limpiados y santificados en Él para morada Suya en el Espíritu. 

Abandone esa inconsistencia fatal de la depravación total del creyente. El impío sí es un depravado total. No puede ni quiere buscar a Dios. No puede hacer ni una obra buena. Usted sí puede y quiere agradar a Dios… ah, “en todo”… como también hemos sido llamados.

Pregunto: ¿Es verdad que no hay ningún hombre de buena voluntad? ¿Será tal declaración bíblica en su justa medida? ¿Qué le habrá querido decir Dios a sus redimidos cuando los llamó fieles, santos, justos, buenos, regenerados, etc.? ¿Serán solo metáforas actuales que tendrán cumplimiento en el cielo?

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.

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