La pascua y el reino de Dios.

Pastor Samuel Nina

Bosquejo del sermón

Lucas 22:14-23 

“Cuando llegó la hora se sentó a la mesa y con Él los apóstoles”.

Nuestro Señor llegó a aquel aposento alto donde Pedro y Juan habían preparado la cena para los trece. Llegada la hora de la cena, en el lugar principal, el Señor se sienta y los apóstoles también, tomando cada uno su lugar. 

La cena pascual tenía un orden. No era una cena común y corriente en la que los comensales se sientan a beber, a reír y a comer. Era una cena solemne que incluía, según Hendricksen: 

  1. Una oración de acción de gracias ofrecida por el jefe de familia. Se bebe la primera copa de vino diluida en agua.
  2. La comida de las hierbas amargas, como un recordatorio de la amarga esclavitud en Egipto.
  3. La pregunta de un hijo: ¿Por qué es esta noche diferente de todas las otras noches?
  4. El canto de la primera parte del Hallel (Salmo 113 y 114), el lavamiento de las manos y la segunda copa.
  5. Se trincha el cordero y se come junto con el pan sin levadura. Éxodo 12 y 13.
  6. Continuación de la cena hasta terminar todo el cordero y la tercera copa.
  7. Se canta el Hallel (Salmo 115 hasta el 118) y la cuarta copa.

Fue en el momento en el cual se termina de cenar y van para la tercera copa que el Señor instituye un nuevo pacto en su sangre.

No obstante, el ambiente no podía ser de alegría, sino de tristeza, pues al inicio de la cena, el Señor hace una declaración al parecer entusiasta, pero a la vez dolorosa. Hay en ella toda una mezcla de alegrías y tristezas. Alegría porque el gran día de la redención había llegado, pero tristeza porque él iba a padecer. 

“¿Cuán intensamente he deseado comer esta pascua con ustedes antes de padecer, porque les digo que nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios?” 

¿Por qué era tan importante esa cena? ¿Por qué estaba Jesús ansioso por comer esa última cena con sus discípulos? ¿Por qué antes de padecer? ¿Cómo está relacionada esa pascua con el reino de Dios? ¿Qué significaría esa cena para los cristianos por este periodo intermedio? ¿A que reino se refiere? 

Estas y muchas preguntas más se levantan ante esta extraña expresión de Jesús. Pues Él no se complacía en el dolor, ni era un masoquista, sin embargo, deja correr la cortina de su corazón para dar salida a una emoción extraña. Deseo intenso de algo que incluía sus padecimientos. Teniendo en cuenta el significado de la pascua para el pueblo judío, que era su liberación de la tierra de Egipto, y que desde esa cena, los discípulos de Cristo celebrarían una pascua en la cual tendrían un nuevo pacto, alianza, compromiso, acuerdo. 

  1. Esta cena era la inauguración de un nuevo pacto. 

Dios hizo un pacto, un acuerdo con la nación de Israel, en el cual Él les daría su ley, sus mandamientos, y “Él que hiciere estas cosas, vivirá por ellas”. Las dio a Moisés las tablas de la ley con los diez mandamientos, y aquella noche del 14 de Nissan, ellos debían recordar esa alianza con Dios, obedeciendo su ley, sus mandamientos. 

No tendrían necesidad de sacrificar los corderos, y tampoco la salvación sería por el cumplimiento de la ley, ya que ninguno pudo cumplirla perfectamente, pero nuestro Señor vivió una vida perfecta, no pecó nunca, y ya su hora había llegado, ya la perfección de su vida estaba cumplida para ser aplicada a todos los creyentes de todos los lugares del mundo. 

Efesios 2:8 es un texto que nos demuestra que la salvación no sería por las obras de la ley, sino que los corazones transformados por el Espíritu Santo, serían cuidados celosamente por Dios mismo y no podrían pecar, pues tendrían la simiente del Espíritu Santo morando en ellos. Era algo diferente, era la verdadera liberación del hombre a través de nuestro Señor Jesucristo. 

  1. Esta cena era una sombra de la gran cena celestial.

Es delicada esta respuesta, pues algunos pueden pensar que el Señor se estaba refiriendo a su presencia mística en el pan y en el vino, o que al tomar su iglesia la cena, lo estaría haciendo Él, pero no es así. Cristo se está refiriendo a la consumación del reino de Dios, reino en el cual todos los súbditos de Dios y toda su creación se someten a Él y todos los salvados son invitados a la cena del cordero, a aquella gran celebración con vino y un gran banquete donde Dios mismo estaría para siempre con nosotros. 

Apoc. 19:9 “Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero”.

Sí, aquella cena tenía un traidor en medio de ellos; después de esa cena Jesús sería apresado, los apóstoles estaban con Él, pero dentro de pocas horas les sería quitado, aunque iba a resucitar. 

Pero todas las Cenas del Señor que comemos ahora son una sombra de aquella gran cena, en la cual estaremos para siempre delante de nuestro Señor y Salvador. Será una cena gloriosa, no una pascua, sino una boda, no con yerbas amargas, sino con la dulzura de nuestro Salvador. Nada hay en este mundo comparable a la experiencia de estar junto a nuestro Señor. 

  1. Esta cena era el inicio de un recordatorio de nuestro Señor, hasta que Él venga.

Esta cena contiene el evangelio. El Hijo de Dios entregaba su cuerpo y su sangre en aquellos dos elementos como el pan y el vino, siendo ellos desde allí en adelante el recordatorio de que somos salvos por su vida y por su muerte.

¿Recuerdan que al principio de este mensaje enumeramos los siete pasos en los que la cena de la Pascua se celebraba y que dijimos que el vino se mezclaba con agua? 

Juan 19:34 “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”.

Para nosotros esto no significa mucho, pero para los judíos, que mezclan el vino con agua en el momento de la Pascua, sí tiene mucho sentido. Les recuerda que hay una nueva Pascua para el pueblo de Dios. 

1 Cor. 5:7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 

Miren cómo los elementos de la Pascua son mencionados aquí, pero ahora orientados hacia nuestro Señor Jesucristo. Cuando tomamos esta cena, decimos que somos uno en Cristo, junto a todos los hermanos, de todas las eras que por fe se acercan a Él. Nuestro Señor miró hacia el futuro, hacia el reino de Dios, un reino que se había acercado a los hombres, que se materializaría esa noche con su apresamiento. 

El pastor Samuel Nina posee un Master en estudios teológicos del Southeastern Baptist Theological Seminary (SEBTS) y desde hace varios años pertenece al cuerpo de facultad del Seminario Teológico Bautista Dominicano (STEBD) enseñando las clases de Historia de la iglesia, Filosofía y Liderazgo. Es ingeniero industrial de profesión y pastorea la Iglesia Bautista Reformada Kurios de San Cristóbal, República Dominicana, lugar donde vive junto a su esposa Sonia.

Samuel Nina

Pastor

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