Las visiones sobre el Israel de Dios que ostentan los cristianos están ligadas a sus premisas hermenéuticas.
Por: Juan C. De la Cruz

Hay en esencia unas 4 visiones respecto a “Israel” en el mundo bíblico. Voy a compartir dos a continuación. Todas las visiones son sinceras y la mayoría salidas y creídas por gente muy piadosa.
1. LA VISIÓN PAULINA de que el término Israel presenta dos significados: (1) La descendencia étnica y carnal de Abraham (Romanos 3.1-3: 9.1-5); y la decencia espiritual de Abraham ilustrada con el “olivo injerto” en Romanos 11.
El Israel injertado (el Israel de Dios) es un pueblo no étnico ni geopolítico, sino espiritual, en la fe. En este numeroso pueblo hay judíos y gentiles de todo pueblo, tribu, lengua y nación, los que están unidos a un tronco común (Cristo: La Vid), por la fe, en la sabia y el vínculo de la fe.
Para este efecto, es decir de deshacer el sentido llano y superficial del término Israel o Pueblo (etc.), la Escritura (Revelación divina) utiliza varias metáforas. Aquí se puede notar el sentido, premisa y fundamento hermenéutico sobre el tema y demás; es decir, el significado terminológico que delimita y le da sentido y esencia a la tarea hermenéutica. O sea, Hijos, Pueblo, Israel, judío (y nombres y gentilicios a fines: Sion, Jerusalén, Canaán), tienen al menos dos entradas o significados en la Biblia. El sentido común (geo-étnico, político, cultural y su gentilicio), y el sentido teológico o espiritual. Por ejemplo:
Romanos 9:6-7
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, [7] ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
[8] Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
En este pasaje restringe el término Israelita, lo despoja del sentido étnico. A primera vista no lo extiende a los gentiles, pero en el sentido electivo sí.
Romanos 9:25
Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.
Hasta aquí se nota que “el judío” de Dios, “el Israel” espiritual, el verdadero “pueblo de Dios”, no consiste en genética, ni etnia ni gentilicio por cultura. Pues no solo que el haber descendido de Israel y Judá no te hace pueblo de Dios ni Judío de corazón.
Observe la siguiente declaración de Pablo:
Romanos 2:28-29
Pues NO SE JUDÍO el que lo es exteriormente, NI ES LA CIRCUNCISIÓN la que se hace exteriormente en la carne; [29] sino que ES JUDÍO EL QUE LO ES EN LO INTERIOR, y LA CIRCUNCISIÓN ES LA DEL CORAZÓN, EN ESPÍRITU, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
En pocas palabras, el pueblo verdadero de Dios, a la vista y alabanza de Dios, es aquel formado por gente -judíos y no judíos- cuyos corazones han sido transformados (circuncidados) por el Espíritu.
Nosotros podríamos acabar nuestra discusión aquí, porque esas realidades nunca han estado ocultas en la Escritura; y en el NT se han explicado multiformemente y con detalles.
¿Cuál es la trampa hermenéutica? Considerar que “Hijo, Pueblo, judío, Israelita, Jerusalén, Israel” acuñados o pertenecientes a Dios tiene solo un sentido común o popular, es decir étnico, geopolítico y cultural (en su designación o gentilicio).
Entonces, el clamor de interpretación literal de la Escritura tiene poco o ningún sentido hermenéutico. Descuidar el sentido espiritual (o figurado) de ciertos términos es un suicidio hermenéutico en materia bíblica. Y ¡alerta! Es una práctica común en las Escrituras utilizar los términos en ambos sentidos hasta en una misma oración, como hemos visto en los versículos anteriores. En Romanos, Pablo usa de mucha maestría en esto. Y el descuido aquí ha de ser meramente hermenéutico.
Cuidado con el descuido sobre las imágenes, figuras y metáforas sobre este concepto tan central en las Escrituras: porque se trata de salvados y salvación, del reino, del pacto, del pueblo de Dios, y así y así.
Otras imágenes sobre el particular son: “Familia” de Dios; “muro” de separación derribada, formando un solo “nuevo pueblo”; “nación”; “casa”; “rebaño”, “redil” y “ovejas” de Dios; “reino” de Dios; “pueblo del pacto”; “Vid” verdadera; “olivo” con ramas silvestres injertadas y naturales arrancadas; “higuera”; “templo” santo; etc. Es muy abundante y colorido el número de imágenes al respecto.
Aún esta visión y premisa engendra varias visiones escatológicas. La visión un tanto platónica que sostuvieron teólogos como Orígenes y Agustín (muy manifiesta en su Ciudad de Dios, aunque tal obra se enfoca en la diferencia de los poderes políticos vs los religiosos en el mundo). Y aún los quiliastas estuvieron claros en esto. Luego hubo posturas radicales anti-judías como la católico-romana y la luterana. ¡En fin!
2. LA VISIÓN MÍSTICO-DARBYISTA de Israel, muy parecida a la SIONISTA, pero distinta.
En esta visión, Israel, Jerusalén, judío, pueblo, templo, familia, etc., sólo admite el sentido habitual y común del término. Así, su hermenéutica define su exégesis, y por tanto teología, la que se sujeta a un artificio terminológico literalista rígido; desestimando el sentido espiritual y teológico de la fraseología bíblica (al menos la narrativa).
Tan vicio obviamente surge de una hermenéutica apartada del sentido de la Escritura.
¿A qué conclusiones y visiones se llega entonces de este modo?
El DARBYISTA O DISPENSACIONALISTA (en sus múltiples varianzas) concluye esencialmente que “Israel, Judá, Jerusalén-y sus imágenes” son siempre, inflexibles e inequívocas referencias a Israel etno-geopolítico. Y que por tanto, las promesas que Dios “dio” a Israel en el Antiguo Pacto -según ellos- no se han cumplido; y que por tal razón, en algún punto de la historia (para los más: cuando se acabe el tiempo de los gentiles o de la iglesia o la era de la gracia en su confusa narrativa), Israel (el étnico-geopolítico) será restaurado, será puesto por cabeza de naciones (hay diferencias en el cuándo entre posturas), en la “gran tribulación” Israel hará eventualmente un pacto con el “Anticristo”; y en ese interín (pre, meso o postribulacionista): “todo Israel será salvo”; los raptados en algún momento del período tribulacional (la iglesia) estarán en el ínterin -de 7 años- celebrando “las bodas del Cordero en algún lugar celestial”; y entonces será instalado el “reino milenial” (gobernado o por David, o por Jesús o por algún descendiente de David -dependiendo de la varianza), en que Israel será Capital de reinos y los muertos en Cristo habrán sido resucitados para incorporarse al milenio; luego habrá una rebelión de Satanás -quien será libertado de sus cadenas y engañará a muchos, convocándolos para la guerra final de Gog y Magog… y así acabará la historia común.
O sea, para los de tal escuela de pensamiento, si Dios no restaura al Israel étnico y les deja construir su Templo y restaurar su culto de sacrificio, etc.; y si no lo hace cabeza de naciones, etc.; entonces Dios mintió y no se cumplirán nunca todas sus promesas. Para ese mismo grupo de “místicos”, esta era (de la iglesia/de los gentiles/de la gracia) no solo es una sorpresa -aun para Dios-, sino que es un “brecha” en el plan profético de Dios.
A nuestro juicio, esas premisas son tan torpes que rayan lo herético. ¿Cómo alguien que conoce al Dios de la Biblia se atrevería a tan solo sugerir que la “inserción de los gentiles” (la iglesia, etc.) es una sorpresa y hasta una irrupción en los planes redentores de Dios? ¿En serio? Y si Dios no restaurare a Israel; ¿falló a Sus promesas? ¿De verdad?
A nombre de la sinceridad, ese tipo de imposición hermenéutica muy artificiosa y del tipo mística me produce mucho dolor y hasta indignación.
A parte de la visión PAULINA, compartida arriba, un DARBYISTA, a mi juicio:
▪︎ Está persuadido de la que Escritura es la mismísima verdadera, infalible e inerrante Palabra de Dios; pero su propia barrera hermenéutica autoimpuesta lo coarta de ver con claridad y luz su mensaje.
▪︎ Tienen una visión truncada del plan redentor y del alcance y propósito de la redención.
▪︎ Como consecuencia de su corta visión de la luz de la Escritura, el tiene un concepto muy minúsculo de Dios en sus tres divinas personas; y así:
(a) Pasa por alto la soberanía absoluta del Padre y del Hijo. Su concepto de soberanía no es el bíblico. Por regla general el dispensacionalista termina siendo pelagiano o al menos arminiano o menonita en su visión soteriológica.
(b) No comprende todo el alcance de la encarnación. Pasa por alto que “el Mesías” (el descendiente de David; la simiente de Abraham; el prometido en Edén) literalmente es el cumplimiento final de toda profecía redentora. No solo culminando con el antiguo pacto y volviéndolo caduco y presto a desaparecer; sino que Sellando el Nuevo con Su Sangre, uno con muchísimo mejores promesas; y le propinó una herida mortal en la cabeza a la Serpiente antigua en la crucifixión; etc.).
Hermanos:
• Cristo es el Unigénito Hijo de Dios a quien el Padre ha dado todo juicio y el derecho de otorgar vida en sí mismo.
• Cristo es el Mesías prometido (el Rey de Israel: ¿Rey de reyes y Señor de señores? De la descendencia de David según la carne)
• Cristo es el Dios todopoderoso hecho hombre, en quien habita corporalmente toda la plenitud de la deidad.
• Cristo es el descendiente, el deseado de los pueblos, el prometido de las naciones, el Siervo sufrido del Señor, el Autor y consumador de la fe, el sacrificio perfecto, el Profeta como Moisés (y Juan el bautista el Elías), la Piedra que sería desechada, el rechazado por Israel, el que subiendo a los cielos y llevando cautiva las cadenas y la vil servidumbre de los hombres, dio dones a los hombres para “la edificación del cuerpo Suyo”, hasta que sea todo perfeccionado; y él es la cabeza de su pueblo y cuerpo (la iglesia) que está por sobre todo poder, dominio, autoridad, en este y en el venidero siglo.
Y, hermanos: Ese Cristo ya ha redimido a su pueblo y los creyentes (judíos y gentiles) hemos sido hechos participantes de la ciudadanía celestial, ciudadanos de Jerusalén la celestial. Y hemos sido acercados al lugar santísimo, etc.
Amados hermanos: no hay una promesa que falte por cumplir de las promesas de Dios a su pueblo desde Génesis hasta Apocalipsis. Nosotros los santos y conciudadanos del cielo y coherederos de Dios y de Cristo no recibiremos nunca nada más exaltado que lo que ya hemos recibido, a Cristo: “Y fuera de él no debemos ni desear ni esperar nada”. Y Él nos ha otorgado la “gran promesa del Nuevo Pacto”, la del Padre, a saber “Su Espíritu”, que mora en nosotros los creyentes; por lo tanto, hemos sido hechos partícipes de la misma naturaleza divina (1 Pedro 1.4). y por eso:
“Ahora que estamos vivos, somos del Señor; y si morimos, del Señor somos. Y sea que vivamos o que muramos, del Señor somos”.
“Estamos completos en Él”.
“Tenemos a Cristo en los cielos, y fuera de Él, nada deseamos aquí”.
Mi deseo y oración es a que mis hermanos darbystas vean la gloria y exaltación de Cristo, y la gloria de los santos aquí y ahora. Y que, al mismo tiempo, vean la luz clara del evangelio de Cristo que por sus imposiciones hermenéuticas la tienen veladas a cierto grado. Amados: ¡disfrutemos del reino que hace mucho que está entre nosotros! Y si el Señor concediera una gracia especial a los judíos y los injertare de nuevo en el tronco y les deja participar de la rica sabia, salvando a todos los de los últimos siete años de la historia: ¡Amén! Y si solo sigue salvando a los miles y miles de escogidos entre ellos: ¡Amén! Gócese en los misterios de Dios. Y si hay alguno incomprensible a su lógica: ¡Gran cosa! ¿Quién se ha muerto por ello?
¡Alabe a su Dios!
¡No le imponga premisas a la Revelación Santa!
¡Cristo es el Espíritu de la Profecía!
¡Todo es nuestro!
¡Cristo no se avergüenza de llamarse hermano nuestro!
¡Tenemos las primicias del Espíritu!
¡Tenemos al Espíritu con su fruto!
¡Amén! ¡Amén!

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.