¿Qué de las caídas en pecado de las luminarias evangélicas? Casos Judas vs Pedro

Por: Juan C. de la Cruz

¿Qué deberíamos observar de las caídas de las luminarias evangélicas como Martin Luther King Jr., Jimmy Swaggart, Tonny Evans, Steve Lawson, etc.?

Las reacciones de la gente ante las traiciones a Cristo son siempre efervescentes. Aún los cristianos solemos escandalizarnos, no del acto de traición a Cristo de un presunto santo que falla, sino de las críticas al caído. Difícilmente oiga voces en los bandos dolidos por la ignominia y el vituperio al nombre de Cristo, pero las reacciones de ira y enojo contra los críticos al caído. ¡Insólito, pero cierto!

Tales reacciones son naturales, pero a menudo anti bíblicas. ¿Cómo así hermano? Explico.

Estoy seguro de que usted está al tanto de la caída de David, de la debilidad de Sansón, de las locuras de Salomón, etc. Y estoy casi seguro que Ud. no está al tanto de la impecabilidad casi increíble de los profetas, sacerdotes y apóstoles del Señor en su momento. Pero eso no viene al caso. Lo que quiero decir con esto es: ¿Cómo se ocultaría la traición al Señor de su siervo David al adulterar con Betsabé y añadir otras traiciones al Señor casi sin paralelos? Si el Señor no lo hubiera denunciado y expuesto al público, por boca del profeta Natán y por las interminables intrigas en la casa de David, cree Ud. que esas groseras y monstruosas traiciones habrían quedado en las sombras. Sinceramente, no creo que habrían quedado en las sombras.

Mi punto es este: el Señor a menudo expone al público las traiciones de sus santos. Y creo que la razón es porque ‘los santificados no estamos supuestos a fallar’. ¿En serio? Sí, en serio. Es muy grande la obra que el Señor ha hecho en los regenerados. Es una obra de dimensiones incalculables. Por decirles algo aquí, el Señor ha depositado Su Espíritu para habitar en nosotros los santificados; y eso es demasiado que decir. De ahí el poder, los afectos y la voluntad para servirle y oponernos al pecado, al mal, al mundo y a nuestra propia vieja naturaleza. Es en ese orden que la narrativa bíblica siempre se pronuncia, cosa que en general los cristianos modernos se rehúsan a aceptar -en términos generales. La habitación del Espíritu Santo [Dios en persona] en nosotros nos santifica, nos empodera contra el pecado y la maldad, nos liberó del pecado, sus cadenas y consecuencias; nos ha dado [y nos dará] la victoria. ¿Puedes entender esto? Sé que lo entiendes. Pero, ¿lo aceptas? Da lo mismo si lo aceptamos o no. Nos conviene aceptarlo y vivirlo en humildad, reverencia, temor y piedad.

Ahora, en el mismo tono hablando, si no es el Señor que expone las detracciones de los santos (como el caso del fornicario de Corinto, o el caso de la traición de Pedro o de Judas), no se escandalice, el mundo lo hará. La exposición pública de lo “oscuro y oculto” (pecado), sin dudas saldrá a la luz. Es más, casi se nota lo necesario de la exposición pública de nuestras traiciones al Señor e inconsistencias con la piedad; esas exposiciones “traen tristeza según Dios para arrepentimiento”. Si Dios se callase, a menudo el infractor creerá que Dios lo aprueba.

Así que, hnos., no os escandalicéis de la exposición pública de las traiciones a nuestro Señor y a Su pueblo santo. Acongojémonos y entristezcámonos por la miopía de la gente (incluyendo a los santos) para ver las manchas y las puñaladas perpetradas al Reino de Dios. 

Nuestra luz [qué es la de Cristo] debe alumbrar para que Dios sea glorificado. Las obras infructuosas de la carne y las arremetidas tenebrosas del mal deben ser denunciadas.

LOS CASOS PEDRO VS JUDAS

Has notado que los evangelios exponen ambas, la burda negación de Pedro (Mateo 26.69-75) y la miserable venta que del Señor de la gloria transó Judas (Lucas 22.3-6); ambas fueron traiciones. Ambas susceptibles de ser perdonadas. Ambas cometidas por apóstoles del Señor. Ambas faltas grotescas. Eso sí, uno de esos apóstoles era regenerado (Pedro), el otro era diablo (Judas).

Notemos aquí que los evangelios “exponen” ambos casos al público; tanto que trillones de personas nos hemos enterado de esos siniestros. Igual que David, Salomón, Sansón, etc. ¿Ve Ud. en esto que la exposición pública de los detractores es normal en las Escrituras? Se ha dicho de la Biblia en esto “que es una de las pocas crónicas existentes que expone los actos vergonzosos de sus héroes”, y es cierto.

Es natural y conveniente, es la voluntad de Dios y es revelación divina que los detractores sean expuestos y divulgados. Esa ha sido la dinámica publicitaria del Reino. No son accidentes. Pablo llega a decir que “nuestras obras pecaminosas hacen que brille más la gloria de Dios”.

Hno., deje de estar apenándose más por lo menos. Ante las caídas de los hombres, mansos y cimarrones, que han proclamado ser siervos de Cristo, nuestro dolor debería ser primero por la gloria de Cristo, que por los actos de alguien que ha intentado eclipsar o tapar con un dedo la luz con sus injusticias.

Hay también mucho brillo o muchas tinieblas en las respuestas de los traidores de Cristo con sus hechos. Oímos de David y de Pedro que se arrepintieron de sus ignominias cometidas. Pero sabemos de Judas que se suicidó como efecto del cargo de conciencia de su rebelión contra Cristo. Pedro se arrepintió al instante de su vulgar negación; David se arrepintió a los muchos meses de sus muchos siniestros. Pedro no necesitó amonestación de un tercero, David sí. De Salomón, no estamos seguros de si se haya arrepentido, pero pareciera que sí (según Eclesiastés y Mateo 12). Las muchas detracciones de Salomón fueron sin paralelos; fabricó altares a decenas, sino cientos, de divinidades paganas en Jerusalén (enseñando a los santos a fornicar), incluyendo al dios Moloc (al que se sacrificaban niños). Judas por su parte, nunca se arrepintió, aunque era profeta. Balaam tampoco. Y al parecer, tampoco Saúl.

ALGUNAS LECCIONES

Todo esto nos deja lecciones muy exaltadas en ambas direcciones. Así:

1. Los hombres, independientemente de su honor e investidura, somos propensos a caer en pecados y traiciones a Cristo y al reino de Dios. Note que dije “somos propensos”, no que “debemos”.

La lista de héroes de la fe sin manchas y fieles hasta el fin es grande. No sólo Enoc caminó con Dios; Noe, Abraham, Isaac y Josué son algunos santos con pocos señalamientos divinos de haber infringido el código de santidad impreso en sus corazones por el Espíritu Santo. Pero tenemos algunos con trayectorias impecables por el cuidado y el poder de Dios que puede si quiere guardarnos sin caída alguna hasta su retorno, incluso sin tropiezos, si quisiera; y a menudo el Señor quiere. Ejemplos tenemos de más: Job, José, Jeremías, Elías, Daniel, Sadrac y sus amigos, Juan, Pablo, Timoteo… la lista es larguísima.

Así como el Señor expone a vergüenza pública la traición; del mismo modo hace rendir admiración a sus siervos fieles. A Satanás y al mundo dice desde su corte: “¿Has considerado a mi siervo Job, varón perfecto y recto, con el temor de Dios y apartado del mal; y no hay ningún otro como él en la tierra?” Muchos cristianos creen que esa expresión es una metáfora, algunos creen que el libro entero es una metáfora. Pero no hermanos, así debe ser. Eso mismo dice el Señor de ti si has dispuesto tu corazón a la integridad y al amor a Cristo; no por tus recursos (que es lo grande), por los de Cristo. ¡Alabado sea el Señor por su gloria y por sus dones a los santificados!

2. Toda obra oculta (buena o mala) será expuesta a la luz, en vida o después. Pero las memorias y crónicas resonarán eternamente. El Señor dijo que el acto de María de haber enjugado los pies del Señor con su pelo y perfume sería divulgado como una buena obra en todo el mundo y por los siglos. Y sabemos que Balaam y Judas son iconos del error y la perdición por las edades.

3. El Señor elogiará y galardonará a sus ministros (siervos) fieles.

4. La investidura recibida es más que suficiente para que seamos imitadores de Dios y de Cristo. Se trata del Espíritu derramado en nuestros corazones. ¡Aleluya!

5. Ud. quizá, como yo, hemos sido educados en el principio reformado de la depravación total, sin cambiar tal designación de este lado de la historia -el de la redención. Hnos., aunque los santos somos pecadores (por la vieja naturaleza que reside aún en nosotros hasta la muerte o la transformación final); también hemos sido santificados y regenerados para vivir en santa y piadosa manera hasta la muerte. No debemos notar contradicción aquí, como suelen hacer los santos. La realidad es que la regeneración es mayor y más noble y fuerte que la naturaleza pecadora de nuestro estado natural. Y los recursos que poseemos en garantía son más que suficientes para no andar ni satisfacer la carne ni sus obras infructuosas y ser completamente agradables a Dios en todo.

Hno., ¿Cree Ud. que hay fidelidad gradual o santidad salpicada de maldad? Revise bien su cosmovisión y defina bien su vocabulario y su terminología. ¿Existe acaso la integridad al 90 por ciento? Los calificativos de la piedad son absolutos, hasta donde recuerdo. ¿Puede acaso alguien ser medio bueno y medio malo al mismo tiempo? ¿Puede acaso de una fuente brotar dos clases de aguas, una envenenada y otra salubre?

El fin de todo este discurso es: 

     “Sea santo porque Dios es santo”.

Juan Carlos de la Cruz Nació de nuevo cuando tuvo 10 años; si bien confiesa que se reconvirtió varias veces en su juventud temprana. Está casado con la doctora en medicina, teóloga, músico y maestra Anabel Santos. La pareja ha procreado dos hijos, Christ y Carlos (adolescentes ahora). Juan, además ha sido Pastor Bautista por mas de dos décadas (ver www.facebook.com/ibnjrd). Además de ingeniero químico, Juan es teólogo, ostentando múltiples maestrías en los campos de Ciencia y Teología, incluyendo un doctorado en Filosofía (PhD). Juan ha trabajado en diversos campos, es un escritor de profusa pluma, con unos 20 ‘libros’ publicados hasta ahora (en varias editoriales), decenas de ‘artículos profesionales’ (en múltiples plataformas y revistas), y más de ‘artículos de opiniones’ en periódicos y páginas diversas.

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